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Lectura de Hoy

27-02-2024

Devocional

Devocional: Lucas 13

Pilato era un hombre débil y malévolo. El relato que encontramos en Lucas 13:1-5 es, por tanto, perfectamente creíble. Quizá los detalles sean algo oscuros, pero el marco general queda muy claro. Algunos galileos habían ofrecido sacrificios: si eran judíos, debieron hacerlo en el templo de Jerusalén. Tal vez estaban involucrados en alguna ala del movimiento nacionalista zelote, de modo que Pilato los veía como amenaza. Los hizo matar, y su sangre se mezclaba con la sangre de los animales que ellos mismos habían traído para ser sacrificados. Si lo de mezclar su sangre con la de los animales es literal, esto significa que Pilato los hizo matar en los atrios del templo – el sacrilegio mezclado con el asesinato.

Cuando se le pide su opinión a Jesús acerca de este suceso, su respuesta toma un rumbo que debió sorprender a sus interlocutores. Tal vez algunos esperaban que denunciase a Pilato; otros querían que se pronunciase acerca del movimiento zelote; unos cuantos querían oírle condenar a estos rebeldes, diciendo que recibieron lo que se merecieron. Jesús no escoge ninguna de estas opciones. “¿Pensáis que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Os digo que no! De la misma manera, todos vosotros pereceréis, a menos que os arrepintáis” (13:2-3).

Lo que quería decir con esto se estaba perdiendo en medio de las sensibilidades políticas que esta tragedia suscita, por lo cual Jesús se refiere a otro incidente, en este caso sin galileos, ni Pilato, ni templo, ni sacrificios ni sangre mezclada. Dieciocho personas murieron cuando una torre se derrumbó. Jesús insiste en que esta gente no era en absoluto peor que cualquier otro habitante de Jerusalén. Más bien, se trata de aprender la misma lección: “todos vosotros pereceréis, a menos que os arrepintáis” (13:5).

Este análisis sorprendente por parte de Jesús sólo tiene sentido si son verdad tres cosas: (a) Todos nosotros merecemos perecer. Si nos libramos, es por pura gracia. Lo que nos debería extrañar es el hecho de que tantos de nosotros sobrevivimos durante tanto tiempo. (b) La muerte nos llega a todos. A menudo, nuestros contemporáneos argumentan que la peor tragedia posible es morir joven. No es cierto. La verdadera tragedia es que todos nos encontramos bajo esta sentencia de muerte, y todos morimos. La edad en la que se produce la muerte sólo hace que sea relativamente mejor o peor. (c) La muerte tiene la última palabra para todos nosotros – a no ser que nos arrepintamos, sólo entonces seremos transportados más allá de la muerte al reino eterno de Dios.

¿Habéis oído hablar de los millones que sufrieron la muerte a manos de Pol Pot? ¿O de las matanzas brutales del sur de Sudán? ¿Habéis visto las tumbas masivas de Bosnia? ¿O las imágenes del pantano de Florida donde se estrelló el vuelo 592 de Valujet? “De verdad os digo: si no os arrepentís, vosotros también pereceréis”.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Corintios 14

Una sutil conexión temática vincula Job 28 con 1 Corintios 14.

Es frecuente que las personas no entiendan lo rara que es la verdadera sabiduría. Según el capítulo 28, Job lo entiende. El capítulo es precisamente una reflexión poética sobre este tema: “Pero, ¿dónde se halla la sabiduría? ¿Dónde habita la inteligencia?” (28:12). Job enumera los lugares en los que no se encuentra la sabiduría y llega a una conclusión: “Se esconde de los ojos de toda criatura; ¡hasta de las aves del cielo se oculta! La destrucción y la muerte afirman: ‘Algo acerca de su fama llegó a nuestros oídos’” (28:21-22). ¿Dónde está entonces? “Solo Dios sabe llegar hasta ella; solo él sabe dónde habita. Él puede ver los confines de la tierra; Él ve todo lo que hay bajo los cielos” (28:23- 24). ¿Cómo la resume Dios?: “Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!” (28:28).

Sin duda, este capítulo consigue varias cosas en el contexto del libro de Job. Torpedea las pretensiones de los “consoladores”, que se creen tan sabios. Demuestra que, a pesar de sus quejas, los pensamientos de Job siguen profundamente centrados en Dios. Incluso cuando hace preguntas públicamente acerca de la justicia de Dios en su propio caso, insiste en que toda la sabiduría reside finalmente en Dios. Además, como tal sabiduría está irremediablemente relacionada con evitar el mal, Job demuestra con su discurso poético que no sólo sigue pensando con humildad delante del Todopoderoso, sino que su compromiso con una forma de vida justa está fuertemente unido a su fe en la sabiduría de Dios, a su propio enfoque, totalmente centrado en el Señor.

No existe un vínculo directo entre este pasaje de Job y 1 Corintios 14. La sabiduría no es un asunto que se trate específicamente en este segundo pasaje. Sin embargo, si lo leemos después de reflexionar en Job 28, resulta difícil no ver cómo el sabio consejo de Pablo relativo a la utilización de los dones y las gracias en la congregación salta dentro de un cuadro más grande, el del ser humano que vive totalmente centrado en Dios. La primera parte de 1 Corintios compara y contrasta la profecía con las lenguas. El argumento del apóstol es que el criterio clave es la inteligibilidad. Se puede escuchar por casualidad el argumento en el entorno. A algunos cristianos corintios les encanta involucrarse en un despliegue de dones que inevitablemente promueve la reputación de la persona. No obstante, Pablo declara que la inteligibilidad está en juego, para los creyentes y los incrédulos que puedan estar presentes. En otras palabras, la sabiduría piadosa en este asunto llega a la conclusión de que el bien de los demás es primordial, y esto implica una mente humilde. El objetivo no es tener una reputación para conseguir poder espiritual, sino exhortar a otros a fin de que entiendan que Dios está verdaderamente presente (14:25), lo cual exige una comunicación inteligible. Incluso las instrucciones que limitan las lenguas y evalúan las profecías revelan una postura de negación a uno mismo, que honra a Dios y se centra en él. En otras palabras: es sabia.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 10

Octava plaga: las langostas

10 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón, porque Yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales Mías en medio de ellos, y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo me he burlado de los egipcios, y cómo he mostrado Mis señales entre ellos, y para que ustedes sepan que Yo soy el Señor».

Moisés y Aarón fueron a Faraón, y le dijeron: «Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de Mí? Deja ir a Mi pueblo, para que me sirva. Porque si te niegas a dejar ir a Mi pueblo, entonces mañana traeré langostas a tu territorio. Cubrirán la superficie de la tierra, de modo que nadie podrá ver el suelo. También comerán el resto de lo que ha escapado, lo que les ha quedado del granizo, y comerán todo árbol que crece para ustedes en el campo. Llenarán tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, algo que ni tus padres ni tus abuelos han visto desde el día que vinieron al mundo hasta hoy”». Moisés se volvió y salió de la presencia de Faraón.

Y los siervos de Faraón le dijeron: «¿Hasta cuándo este hombre nos será causa de ruina? Deje ir a los hombres para que sirvan al Señor su Dios. ¿No se da cuenta de que Egipto está destruido?». Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante Faraón, y él les dijo: «Vayan, sirvan al Señor su Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?». Y Moisés respondió: «Iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos; con nuestros hijos y nuestras hijas; con nuestras ovejas y nuestras vacas iremos, porque hemos de celebrar una fiesta solemne al Señor».

10 «¡Así sea el Señor con ustedes», les dijo Faraón, «si los dejo ir a ustedes y a sus pequeños! Tengan cuidado porque tienen malas intenciones. 11 No será así. Vayan ahora solo ustedes los hombres, y sirvan al Señor, porque eso es lo que han pedido». Y los echaron de la presencia de Faraón.

12 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto y devore toda planta de la tierra, todo lo que el granizo ha dejado». 13 Moisés extendió su vara sobre la tierra de Egipto, y el Señor hizo soplar un viento del oriente sobre el país todo aquel día y toda aquella noche. Y al venir la mañana, el viento del oriente trajo las langostas.

14 Subieron las langostas sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto. Eran muy numerosas. Nunca había habido tantas langostas como entonces, ni las habría después. 15 Porque cubrieron la superficie de toda la tierra, y la tierra se oscureció. Se comieron toda planta de la tierra y todo el fruto de los árboles que el granizo había dejado. Así que nada verde quedó en árbol o planta del campo por toda la tierra de Egipto.

16 Entonces Faraón llamó apresuradamente a Moisés y a Aarón, y dijo: «He pecado contra el Señor su Dios y contra ustedes. 17 Ahora pues, les ruego que perdonen mi pecado solo esta vez, y que rueguen al Señor su Dios, para que quite de mí esta muerte».

18 Moisés salió de la presencia de Faraón y oró al Señor. 19 Y el Señor cambió el viento a un viento occidental muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al Mar Rojo. Ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto. 20 Pero el Señor endureció el corazón de Faraón, y este no dejó ir a los israelitas.

Novena plaga: las tinieblas

21 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas tales que puedan tocarse». 22 Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días. 23 No se veían unos a otros, nadie se levantó de su lugar por tres días, pero todos los israelitas tenían luz en sus moradas.

24 Entonces llamó Faraón a Moisés y le dijo: «Vayan, sirvan al Señor. Solo que sus ovejas y sus vacas queden aquí. Aun sus pequeños pueden ir con ustedes». 25 Pero Moisés contestó: «Tú también tienes que darnos sacrificios y holocaustos para que los sacrifiquemos al Señor nuestro Dios. 26 Por tanto, también nuestros ganados irán con nosotros. Ni una pezuña quedará atrás, porque de ellos tomaremos para servir al Señor nuestro Dios. Nosotros mismos no sabemos con qué hemos de servir al Señor hasta que lleguemos allá». 27 Pero el Señor endureció el corazón de Faraón, y este no quiso dejarlos ir.

28 Entonces Faraón dijo a Moisés: «¡Apártate de mí! Cuídate de volver a ver mi rostro, porque el día en que veas mi rostro morirás». 29 «Bien has dicho, no volveré a ver tu rostro», respondió Moisés.

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Lucas 13

Arrepiéntanse o perecerán

13 En esa misma ocasión había allí algunos que contaron a Jesús acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Él les respondió: «¿Piensan que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente. ¿O piensan que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente».

Parábola de la higuera estéril

Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña; y fue a buscar fruto de ella y no lo halló. Y dijo al viñador: “Mira, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. Córtala. ¿Por qué ha de cansar la tierra?”. El viñador le respondió: “Señor, déjala por este año todavía, hasta que yo cave alrededor de ella, y le eche abono, y si da fruto el año que viene, bien; y si no, córtala”».

Jesús hace un milagro en día de reposo

10 Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas un día de reposo, 11 y había allí una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Mujer, has quedado libre de tu enfermedad».

13 Y puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios. 14 Pero el oficial de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en día de reposo, reaccionó diciendo a la multitud: «Hay seis días en los cuales se debe trabajar; vengan, pues, en esos días y sean sanados, y no en día de reposo».

15 Entonces el Señor le respondió: «Hipócritas, ¿no desata cada uno de ustedes su buey o su asno del pesebre en día de reposo y lo lleva a beber? 16 Y esta, que es hija de Abraham, a la que Satanás ha tenido atada durante dieciocho largos años, ¿no debía ser libertada de esta ligadura en el día de reposo?».

17 Al decir Él esto, todos Sus adversarios se avergonzaban, pero toda la multitud se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por Él.

Parábola del grano de mostaza

18 Entonces Jesús decía: «¿A qué es semejante el reino de Dios y con qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y echó en su huerto; y creció y se hizo árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas».

Parábola de la levadura

20 Y volvió a decir: «¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas (39 litros) de harina hasta que todo quedó fermentado».

La puerta estrecha

22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras proseguía camino a Jerusalén. 23 Alguien le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Y Él les dijo:

24 «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25 Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, y ustedes, estando fuera, comiencen a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Él respondiendo, les dirá: “No sé de dónde son”. 26 Entonces comenzarán a decir: “Comimos y bebimos en Tu presencia, y enseñaste en nuestras calles”; 27 y Él dirá: “Les digo que no sé de dónde son; apártense de Mí, todos los que hacen iniquidad”.

28 »Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero ustedes echados fuera. 29 Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Por tanto, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Lamento sobre Jerusalén

31 En ese momento llegaron unos fariseos y dijeron a Jesús: «Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar». 32 Y Él les dijo: «Vayan y díganle a ese zorro: “Yo expulso demonios, y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día cumplo Mi propósito”. 33 Sin embargo, debo seguir Mi camino, hoy, mañana y pasado mañana; porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34 »¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 35 Por tanto, la casa de ustedes se les deja desierta; y les digo que no me verán más, hasta que llegue el tiempo en que digan: “Bendito el que viene en nombre del Señor”».


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Job 28

Los tesoros de la tierra y la sabiduría

28 »Ciertamente hay una mina para la plata,
Y un lugar donde se refina el oro.
El hierro se saca de la tierra,
Y de la piedra se funde el cobre.
El hombre pone fin a las tinieblas,
Y hasta los límites más remotos escudriña
La roca que está en densa oscuridad.
Abren minas lejos de lo habitado,
Olvidado por el pie;
Suspendidos se balancean lejos de los hombres.
De la tierra viene el alimento,
Y abajo está revuelta como por fuego.
Sus piedras son yacimientos de zafiros,
Y su polvo contiene oro.
Senda que ave de rapiña no conoce,
Ni que ojo de halcón ha alcanzado a ver;
Las orgullosas bestias no la han pisado,
Ni el fiero león ha pasado por ella.
Pone el hombre su mano en el pedernal;
Vuelca de raíz los montes.
10 Abre canales en las rocas,
Y su ojo ve todo lo preciado.
11 Detiene los arroyos para que no corran,
Y saca a luz lo oculto.

12 »Pero la sabiduría, ¿dónde se hallará?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
13 No conoce el hombre su valor,
Ni se encuentra en la tierra de los vivientes.
14 El abismo dice: “No está en mí”;
Y el mar dice: “No está conmigo”.
15 No se puede dar oro puro por ella,
Ni peso de plata por su precio.
16 No puede evaluarse con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro.
17 No la pueden igualar ni el oro ni el vidrio,
Ni se puede cambiar por artículos de oro puro.
18 Coral y cristal ni se mencionen;
La adquisición de la sabiduría es mejor que las perlas.
19 El topacio de Etiopía no puede igualarla,
Ni con oro puro se puede evaluar.
20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
21 Está escondida de los ojos de todos los vivientes,
Y oculta a todas las aves del cielo.
22 El Abadón y la muerte dicen:
“Con nuestros oídos hemos oído su fama”.

23 »Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar.
24 Porque Él contempla los confines de la tierra,
Y ve todo bajo los cielos.
25 Cuando Él dio peso al viento
Y determinó las aguas por medida;
26 Cuando puso límite a la lluvia
Y camino para el rayo,
27 Entonces Él la vio y la declaró,
La estableció y también la escudriñó.
28 Y dijo al hombre: “El temor del Señor es sabiduría,
Y apartarse del mal, inteligencia”».


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1 Corintios 14

Superioridad del don de profecía

14 Procuren alcanzar el amor; pero también deseen ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticen. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia. Yo quisiera que todos hablaran en lenguas, pero aún más, que profetizaran. Porque el que profetiza es superior al que habla en lenguas, a menos de que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

Ahora bien, hermanos, si yo voy a ustedes hablando en lenguas, ¿de qué provecho les seré a menos de que les hable por medio de revelación, o de conocimiento, o de profecía, o de enseñanza? Aun las cosas inanimadas, como la flauta o el arpa, al producir un sonido, si no dan con distinción los sonidos, ¿cómo se sabrá lo que se toca en la flauta o en el arpa? Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

Así también ustedes, a menos de que con la boca pronuncien palabras inteligibles, ¿cómo se sabrá lo que dicen? Pues hablarán al aire. 10 Hay, quizás, muchas variedades de idiomas en el mundo, y ninguno carece de significado. 11 Pues si yo no sé el significado de las palabras, seré para el que habla un extranjero, y el que habla será un extranjero para mí.

12 Así también ustedes, puesto que anhelan dones espirituales, procuren abundar en ellos para la edificación de la iglesia. 13 Por tanto, el que habla en lenguas, pida en oración para que pueda interpretar. 14 Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.

15 Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento. Cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. 16 De otra manera, si bendices solo en el espíritu, ¿cómo dirá el «Amén» a tu acción de gracias el que ocupa el lugar del que no tiene ese don, puesto que no sabe lo que dices? 17 Porque tú, bien das gracias, pero el otro no es edificado.

18 Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes. 19 Sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para instruir también a otros, antes que diez mil palabras en lenguas.

20 Hermanos, no sean niños en la manera de pensar. Más bien, sean niños en la malicia, pero en la manera de pensar sean maduros. 21 En la ley está escrito: «Por hombres de lenguas extrañas y por boca de extraños hablaré a este pueblo, y ni aun así me escucharán», dice el Señor.

22 Así que las lenguas son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes. 23 Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos sin ese don o que son incrédulos, ¿no dirán que ustedes están locos? 24 Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o uno sin ese don, por todos será convencido, por todos será juzgado. 25 Los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre ustedes.

El orden en los cultos

26 ¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando se reúnan, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación. Que todo se haga para edificación. 27 Si alguien habla en lenguas, que hablen dos, o a lo más tres, y por turno, y que uno interprete. 28 Pero si no hay intérprete, que guarde silencio en la iglesia y que hable para sí y para Dios.

29 Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen. 30 Pero si a otro que está sentado le es revelado algo, que calle el primero. 31 Porque todos pueden profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 32 Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. 33 Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos.

34 Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley. 35 Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa, porque no es correcto que la mujer hable en la iglesia. 36 ¿Acaso la palabra de Dios salió de ustedes, o solo a ustedes ha llegado?

37 Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor. 38 Pero si alguien no reconoce esto, él no es reconocido.

39 Por tanto, hermanos míos, anhelen el profetizar, y no prohíban hablar en lenguas. 40 Pero que todo se haga decentemente y con orden.

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